domingo, 11 de septiembre de 2016

Cómo convence Trump a la gente

Hoy os voy explicar cómo funciona el lenguaje de Trump y por qué, sin que nos demos cuenta, es tan efectivo y cala tan rápido en los votantes. Lo voy a hacer con este frase que escribió ayer en Twitter a cuenta de los insultos de Hillary Clinton a «la mitad» de sus seguidores.


Cómo veis, la frase tiene dos partes. En la primera afirma que Hillary ha dicho cosas horribles de sus seguidores. Y en la segunda dice que aunque sabe que muchos de los seguidores de ella nunca le votarán a él, él sí les respeta a todos ellos. Aunque parezca mentira, con esta simple frase acaba de convencer a todo el mundo de que Hillary Clinton es una persona que dice cosas horribles de los votantes republicanos.

¿Cómo lo ha hecho? Con un truco que consiste en hacer que la audiencia dé por hecho que es verdad la parte de la frase que quieres que dé por hecho mientras se pierde en el tema del que quieres que se hable, en este caso los insultos de los candidatos presidenciales a la gente que no les vota.

Cuando Trump dice que él respeta a todos los seguidores de Hillary, sabe que la respuesta natural de ella va a ser que eso no es verdad porque él ha insultado a muchas minorías y a las mujeres. Y de hecho, así es cómo Hillary le contestó exactamente en Twitter en un tuit que se hizo aún más viral que el de Trump. ¿Cuál es el problema? Que en esa respuesta, Hillary no niega que ella insulte a los seguidores de Trump, con lo cual implícitamente admite que sí lo hizo (y de hecho más tarde pidió perdón por ello).


 
Por tanto, tenemos que mientras que en la pregunta sobre si Trump insulta o no a los seguidores de Hillary hay un debate (los partidarios de Trump dirán que no insulta a las minorías, sino a los inmigrantes ilegales; ni a las mujeres, sino a algunas mujeres y también a algunos hombres, o que las minorías y las mujeres no votan necesariamente a Hillary) en la pregunta sobre si Hillary insulta a los votantes de Trump no hay debate: se da por hecho que es así. Ella misma lo ha admitido y hasta ha pedido perdón por ello. Victoria clara para Trump.

Como sabéis los que me leéis habitualmente, aquí o en Twitter, he seguido con mucha atención el fenómeno Trump y podría poner miles de ejemplos de la brillantez con la que utiliza constantemente este recurso. Sin ir más lejos, en su famosa frase sobre los «mejicanos violadores» cuando presentó su candidatura. Hasta entonces, la inmigración no formaba parte del debate político en EE.UU. y ninguno de los grandes partidos hacía campaña con este asunto. Entonces llegó él, dijo que muchos de los que cruzaban la frontera con Méjico eran delincuentes y violadores y se armó el belén. ¿Qué pasó en realidad? Que al centrarse el debate en si Trump hizo o no un comentario racista contra los mejicanos, todos los medios dieron por hecho que es verdad la parte de su discurso en la que la inmigración ilegal es mala y es un problema. Y de hecho lo que hicieron fue intentar sacar a los mejicanos de ese grupo, el de los inmigrantes ilegales, a los que ya todo el mundo veía como un problema, sobre todo entre las bases republicanas. Con esta maniobra tan simple logró imponer un tema nuevo en la agenda (el de la inmigración ilegal) y ganarlo automáticamente.

Otro ejemplo reciente, cuando llamó a Obama «fundador del ISIS». ¿Qué hizo el equipo de Clinton? Indignarse por lo que consideró un insulto y negar la mayor, diciendo que el ISIS nació en la etapa de Bush. ¿Qué consiguió Trump? Convencer a todo el mundo de que bajo la Administración Obama este grupo terrorista se ha hecho más fuerte. ¿No es brillante?

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